En el año 2000, haciendo un reportaje sobre transformismo en Barcelona junto al periodista Omar Jurado, contactamos con Gorka Show para hacerle unos retratos y tener una charla con él. Dejo aquí un par de retratos de aquella ocasión y el texto que elaboró Omar. Es un texto del 2000, probablemente no representa totalmente al Gorka de hoy, pero es también una "fotografía" del mometo. Aquí va:
Un profesor diferente
Nombre artístico: Gorka. Nombre real: Jordi Medel. Nacionalidad:
Catalán. Edad: 33 años. Personajes: Lola Flores, Liza Minnelli, Rocío
Dúrcal, Rocío Jurado. Profesión: Filólogo.
El transformismo no es su única
profesión. Además de vestirse de mujer para actuar, es profesor de literatura
española en un colegio de Barcelona: “He podido compaginar mis dos profesiones
porque, hasta ahora, he estado cinco años trabajando en El Cangrejo sólo
durante los fines de semana, que es cuando en los institutos no se trabaja. Y
durante los veranos lo he tenido fácil para hacer galas porque los profesores
también tenemos vacaciones. Muchas veces no me queda más remedio que decir ‘no’ a propuestas, pero hasta ahora
lo he llevado bien”.
La gente que lo rodea cotidianamente
está al corriente de que es transformista y él está encantado: “Mis vecinos
vienen a verme actuar, a veces me felicitan, otras no tanto... Y mis alumnos y
compañeros del colegio siempre venían a verme a El Cangrejo, sobre todo hacia
final de curso”.
Gorka piensa que su homosexualidad no es
la causa de que él se vista de mujer: “Tiene que ver y no tiene que ver...
Mira, por ejemplo, el caso de Paco España, el primer transformista español, hoy
un mito para todos nosotros, estaba casado y tenía su familia. Pero pienso que
eso suele ser una excepción, lo más habitual es que seas gay. En mi caso, yo
estudiaba teatro en una escuela y trabajaba haciendo obras clásicas, como todo
el que empieza. En el mundillo del transformismo empecé trabajando como
presentador. Iba maquillado, a veces llevaba tacones, pero nada que ver con lo
que hago ahora. A medida que surgieron nuevos contratos, me fui haciendo ropa y
acabé vistiéndome de mujer. Pero yo creo que fue sólamente una cuestión de practicidad.
Hay que ser práctico. Venderte tú, ir a una sala de fiestas y cobrar un sueldo
es relativamente fácil; y trabajar con una compañía es muy complicado, se
necesitan subvenciones,... Lo que hago era la única manera de hacer teatro por
mi cuenta”.
Afirma rotundo que él llegó al
transformismo por accidente, “a través del mundo del cabaret. Conocí a unos
transformistas, entré a trabajar con ellos, introduciendo los shows, y después
ya no me lo he podido quitar de encima. Estoy aquí un poco de rebote. Lo
primero que hice como transformista fue en el bar Marsella, en pleno barrio
chino, y era una actuación por una sola noche. Ese primer jueves pasó a ser
dos, después cuatro y, al final, estuve un año. Allí me vieron los directores
del Casino de Tenerife y me contrataron para actuar en la isla. Así de
sencillo. A causa de esto dejé la universidad colgada durante años y luego
volví y la acabé”.
A su vuelta de Tenerife, Gorka fue a
parar a Madrid, donde estuvo actuando con Psicosis González y Pepe Carroll en
un espectáculo de cabaret. Allí también estuvo mucho más tiempo del que tenía
pensado en un principio y a su regreso de Madrid, ya en Barcelona, trabajó
durante un año y medio como presentador de los espectáculos del célebre
Llantiol, “que es un local que abre muchas puertas. Para cualquier
representante que sepa que has trabajado allí, eso representa un aval.
Rápidamente te dan una gala para probarte, y si funciona, adelante”.
El
personaje estrella de su show es Lola Flores, “al que también llegué de rebote
y por casualidad, como muchas otras veces en mi vida. Con lo alto que soy, con
tacones mido más de 1’90, nunca se me habría ocurrido hacerlo, pero unos amigos
me animaron, ‘te pareces, haz de Lola, que además tienes su temperamento’, me
decían. Así que lo probé una noche y cuando acabó la función la gente se puso
en pie, y me dieron una gran ovación. Eso terminó de decidirme y he ido
perfeccionando el personaje, haciendo pelucas y trajes pensando sólo en ella.
Hoy reconozco que, si me hacen fotos de cintura para arriba, o en un escenario
de lejos, me parezco muchísimo”.
También imita a Liza Minnelli, y “he hecho Rocío Dúrcal y la
Jurado. Pero poco a poco voy a ir dejando estos personajes y decantándome hacia
un personaje que sea yo mismo, con un show que consista en contar mis
anécdotas, mis chistes y cantar en directo, que aunque no canto del todo bien,
me defiendo. Lo que más funciona en los pueblos y en las salas es llevar tu
propio personaje, algo que hayas inventado tú, y ofrecer un repertorio propio.
En un momento dado también puedes transformarte en Lola o Sara o cualquier
otro, pero en principio eres tú. Yo huyo un poco de los transformistas que sólo
hacen personajes, que siempre tienen que estar arropados por la imagen de una
persona que no es la suya. Eso me da un poco de miedo. Me parece que es como
intentar ser siempre alguien que no eres”.
De hecho, Jordi tiene muy bien
delimitadas sus dos personalidades: “Gorka es Gorka y Jordi es Jordi. No nos
parecemos. Gorka me lo he inventado yo y, evidentemente, a veces se parece a
mí, pero tiene otras cosas que son parte del personaje y que me funcionan para
trabajar. Por ejemplo, en mi vida normal nunca digo tacos, incluso es algo que
me molesta. En cambio, la Gorka suelta unos tacos..., pero lo hace con gracia,
¿eh? Pero tienen gracia para ella, y en un escenario, no para la vida. Hay un
montón de cosas que hace Gorka y que yo nunca haría. Yo nunca me sentaría
encima de un señor y le tocaría el paquete, jamás de la vida”.
El espectáculo de Gorka se basa mucho en
la relación con el público: “Me meto a menudo con los chicos. Es algo que no se
puede evitar, es un poco nuestro papel. No cantamos excesivamente bien, hay
gente que sí, por ejemplo Toni Arroyo lo hace divinamente, y si hacemos un
personaje es con play back. Entonces
nuestra gracia radica en contar historias, movidas, meterse con la gente. Algo
un poquito impertinente y un poco maleducado, pero con gracia”.
Según Gorka, el problema para la mayoría
de transformistas desde hace unos años “es que ya ha pasado la época en que
sólo con que fueras un hombre vestido de mujer ya hacías gracia. Ahora ya no es
así. Igual que antes la gente se giraba a ver pasar una travestí por la calle.
Ahora ya no. Estamos en un momento en que cualquiera se viste de mujer y el
público está acostumbrado a este tipo de espectáculos. Ya se pasó la época de
ir con cuatro pinturitas, vestida hecha una mamarracha. Todos los trabajos
tienden cada vez a una especialización más elevada, y el transformismo es como
todo. Es una profesión más, con sus celos, sus envidias y también su
compañerismo en ocasiones”.
Jordi confiesa que nunca ha tenido
problemas en su familia por su profesión, “el único problema que tuve, que
tampoco fue tanto, fue cuando dejé la carrera colgada a medias para coger unas
pelucas y marcharme a trabajar a Tenerife, pero mis padres lo terminaron
asimilando. Aunque sí tengo amigos y compañeros que han sufrido verdaderos
problemas durante años, con sus padres y sus amigos. Yo nunca lo he tenido
escondido, desde el primer día han venido a verme mis compañeros de clase, de
la facultad, gente de mi pueblo. Incluso he actuado en la Festa Major de mi
pueblo un montón de veces”.
Al principio, vivía el transformismo
como una filosofía “deslumbrado por el hecho de meterte en la piel de otras
personas y vivir interpretando diferentes papeles, pero al final te das cuenta
de que, en el fondo, sigues siendo tú haciendo un trabajo. Igual podrías
interpretar un personaje de Shakespeare. A la larga te das cuenta de que no es
para tanto. Además este trabajo es muy duro, más de lo que parece. Es muy duro
andar con las maletas de aquí para allá, y, en los pueblos, cambiarte detrás de
un escenario, en una cabina telefónica, o pintarte en el despacho del alcalde,
porque no hay otro sitio. Se pierde un poco de ilusión, pero hay que estar
alerta, porque cuando la pierdes, se acaba convirtiendo en un trabajo sin más.
Pero todos los trabajos proporcionan alegrías y desilusiones, y de todos estás
harto en un momento dado”.
Según Jordi, a la hora de actuar es
necesario tener un guión del show, “porque ese público está ahí delante sólo
por esa vez. Es una oportunidad única para dejarles satisfechos. Lo de probar
diálogos nuevos y todo eso es muy peligroso. Para uno mismo es muy enriquecedor,
pero puede que no guste, y si no funciona... Entonces, cada vez se tiende más a
hacer lo que sabes seguro que va a funcionar, porque el público quiere irse
contento y tú quieres que te aplaudan. Lo máximo que puedes hacer es intercalar
esos números nuevos entre el resto”.
Gorka considera que hay que diferenciar
bien entre Raval y Barrio Chino y coincide en la opinión de sus compañeras
sobre esta zona de Barcelona: “La zona por la que está El Cangrejo, al final de
la Rambla, para mí no es auténtico Raval, es más arriba. La parte baja se está
poniendo un poco difícil, hay una auténtica invasión de marroquíes, aunque
antes ya había. Pero ahora ha cambiado. Durante cinco años que he estado
trabajando nunca me había pasado nada y, hace dos semanas, en la misma puerta
de El Cangrejo, intentaron robar todas las joyas a una compañera muy popular, a
la que todo el mundo conoce. Cada vez es mayor la invasión y ahora ya roban
incluso niños de 14 años. Son unos inconscientes. Es tanta la masa que llega
que no les da tiempo de ubicarse y tomar conciencia de que en el mismo barrio
en que viven no pueden robar. Se está poniendo realmente peligroso por esa
zona. En cambio, esto ha hecho que la zona de más arriba esté cada vez mejor.
Todo se concentra en la zona baja”.
El de transformista es un trabajo mal
pagado y poco reconocido. Como dice Jordi, “vas trabajando cobrando muy poco y
pasan los años. Pronto te ves sin Seguridad Social, sin derecho a jubilación y
sin medios para sobrevivir. Nos acostumbramos a ganar para vivir al día.
Además, los transformistas de la vieja escuela no tiene otra opción que seguir
trabajando toda la vida, sin querer ver que detrás de ellos hemos venido los
otros. Igual que detrás nuestro vendrán otros”.
Lo de tener pareja fija le parece una
lotería: “Es muy difícil. Estás siempre de aquí para allá y conoces a mucha
gente que te tira los tejos. Yo ya he asumido que se los tiren a la Gorka, pero
a veces también se los tiran a Jordi. De todas formas, en este momento estoy
muy bien. Tengo una pareja estable, él tiene dos hijos de una relación
anterior, y somos muy felices”.
Texto: Omar Jurado
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